
Crónica afectiva de su concierto en Granada “Bye bye Ríos”
Yo sabía que el último encuentro de Miguel Ríos con sus paisanos iba a destilar muchas emociones, y quise embriagarme de esa ocasión única como uno más de sus incondicionales, asistiendo a ese concierto irrepetible en Granada.
Unas 10.000 personas disfrutamos el primer concierto de despedida de los escenarios de Miguel Ríos en el Palacio Municipal de Deportes de Granada, el 17 de septiembre de 2010.
El concierto comenzó puntualmente, a las 21'35, y ya Miguel no se despegó ni un momento del escenario durante dos horas y media. A sus 66 años, el granadino demostró una energía desbordante, como en sus mejores tiempos, cantando sus rocks más potentes: Bienvenidos, Generación límite, Antinuclear, Niños eléctricos, Un caballo llamado muerte, Año 2000… y por supuesto sus entrañables baladas: El río, Vuelvo a Granada, Santa Lucía, Yo solo soy un hombre, No estás sola, Todo a pulmón, El blues del autobús… mientras iba recibiendo a sus ilustres invitados: Ana Belén, Manolo García, Pereza, Amaral, Rosendo, Carlos Tarque -vocalista de Mclan-, su paisano José Ignacio Lapido -ex guitarra de 091-, y Lúa, -hija de Miguel- aunque él no delató el parentesco y la presentó como componente del grupo Golden Lake. Todos juntos se unieron a Miguel en el que ya es un himno, ‘Bye bye Ríos’, con resultado apoteósico.
Un septeto potentísimo aportó a Miguel el respaldo instrumental que requería el acontecimiento, y unas novedosas pantallas móviles de imagen y luminotecnia engrandecieron el espectáculo en el que las palmas y los aplausos fueron constantes.
Miguel, emocionado y satisfecho, agradeció el cariño de sus paisanos, amigos y seguidores cerrando el concierto con el inolvidable Himno de la Alegría.
Miguel Ríos, padre indiscutible del rock en España, con millones de discos vendidos en todo el mundo, pionero de los conciertos multitudinarios, siempre coherente con sus principios personales y artísticos, se despide de los escenarios tras medio siglo de una triunfal andadura que será el cauce de próximas generaciones de jóvenes rockeros.
He entrevistado a Miguel en numerosas ocasiones, ya fuera en su casa de Madrid o en mis programas de radio, y siempre he mantenido con él una relación entrañable por encima de lo profesional.
Yo sabía que el último encuentro de Miguel Ríos con sus paisanos iba a destilar muchas emociones, y quise embriagarme de esa ocasión única como uno más de sus incondicionales, asistiendo a ese concierto irrepetible en Granada.
Unas 10.000 personas disfrutamos el primer concierto de despedida de los escenarios de Miguel Ríos en el Palacio Municipal de Deportes de Granada, el 17 de septiembre de 2010.
El concierto comenzó puntualmente, a las 21'35, y ya Miguel no se despegó ni un momento del escenario durante dos horas y media. A sus 66 años, el granadino demostró una energía desbordante, como en sus mejores tiempos, cantando sus rocks más potentes: Bienvenidos, Generación límite, Antinuclear, Niños eléctricos, Un caballo llamado muerte, Año 2000… y por supuesto sus entrañables baladas: El río, Vuelvo a Granada, Santa Lucía, Yo solo soy un hombre, No estás sola, Todo a pulmón, El blues del autobús… mientras iba recibiendo a sus ilustres invitados: Ana Belén, Manolo García, Pereza, Amaral, Rosendo, Carlos Tarque -vocalista de Mclan-, su paisano José Ignacio Lapido -ex guitarra de 091-, y Lúa, -hija de Miguel- aunque él no delató el parentesco y la presentó como componente del grupo Golden Lake. Todos juntos se unieron a Miguel en el que ya es un himno, ‘Bye bye Ríos’, con resultado apoteósico.
Un septeto potentísimo aportó a Miguel el respaldo instrumental que requería el acontecimiento, y unas novedosas pantallas móviles de imagen y luminotecnia engrandecieron el espectáculo en el que las palmas y los aplausos fueron constantes.
Miguel, emocionado y satisfecho, agradeció el cariño de sus paisanos, amigos y seguidores cerrando el concierto con el inolvidable Himno de la Alegría.
Miguel Ríos, padre indiscutible del rock en España, con millones de discos vendidos en todo el mundo, pionero de los conciertos multitudinarios, siempre coherente con sus principios personales y artísticos, se despide de los escenarios tras medio siglo de una triunfal andadura que será el cauce de próximas generaciones de jóvenes rockeros.
He entrevistado a Miguel en numerosas ocasiones, ya fuera en su casa de Madrid o en mis programas de radio, y siempre he mantenido con él una relación entrañable por encima de lo profesional.
Le admiro como persona y como músico, y aplaudo su decisión de retirarse de los grandes conciertos, en su mejor momento, para dedicarse a otras muchas actividades que le mantendrán relacionado con la música porque como dijo el propio Miguel un buen día… los viejos rockeros nunca mueren.