
Recientemente me he reencontrado con Curro Savoy después de muchos años. Fue un encuentro casual en Mallorca, me dijo que le gustaría que presentara su concierto en Portocolom (Felanitx). Después de haberle presentado en numerosas ocasiones en teatros y en la radio, sentí cierta curiosidad por escucharle en directo tras su vertiginosa carrera de más de cincuenta años. No olvidemos que debutó a los 12 años en aquellos programas “cara al público” de la radio para cantantes aficionados. Desde entonces, la vida de Curro o Kurt, como se hacía llamar en aquellos primeros pasos, ha sido una pura aventura propiciada por él mismo y sus circunstancias, tanto en España como en Francia donde se afincó posteriormente.
Tan solo le puse una condición, que no haría mención del “silbador de las músicas de Ennio Morricone” (El bueno, el feo y el malo, La muerte tenía un precio…). Es más, le reproché que alimentase esa falsa leyenda. Me aseguró que él nunca había afirmado ser el silbador de esas bandas sonoras sino de sus propias versiones.
Por otra parte, Curro tiene suficientes recursos artísticos para convencer al público, pues además de silbar, canta, toca la guitarra y entre canción y canción hace gala de un humor tan personal como surrealista.
Pero claro, la leyenda que le precede, no la desmiente porque le abre muchas puertas, muchos escenarios.
Con el mar en la espalda
Lo cierto es que mucha gente presenció con satisfacción la actuación de Curro en Portocolom con motivo de sus fiestas. El marco era muy agradable pero no se puede situar un escenario en un muelle con el mar en la espalda y en los costados del artista. Un cordial pero merecido tirón de orejas a los organizadores municipales del concierto, por su falta de respeto a un artista al que ni siquiera posibilitaron un miserable camerino para él y sus músicos. Por cierto, Curro contó con el excelente acompañamiento de un guitarrista y un bajista. Tras el concierto, firmó ejemplares de su libro-cd “Silbidos de gloria” escrito recientemente por el periodista mallorquín Miguel Adrover.
Curro pasó como un rayo por Mallorca pues dos días después tenía otro concierto en Francia. Aún así me dio tiempo a disfrutar un rato muy agradable en su compañía y en la de su hermana y unos amigos argentinos procedentes de la Patagonia.
En busca de la guitarra perdida
Ahora Curro está empeñado en recuperar la guitarra que le desapareció en una pensión barcelonesa en 1961.
Fue su primera guitarra eléctrica, una de las primeras que se vieron en los escenarios españoles, una Super Custom de los años 50 que le quitó el sueño hasta que María la madre de Curro adquirió con gran sacrificio por 12.000 pesetas abonadas a plazos en Biok, legendaria tienda madrileña de instrumentos musicales que regentaba Máximo Baratas.
Curro está dispuesto a ofrecer una importante recompensa dineraria a quien le pueda conseguir el instrumento o facilitar pistas para localizarlo. La guitarra tiene una señal grabada que solo Curro puede identificar.
En las fotos de la época se puede ver a Curro con esta guitarra que lógicamente tiene un importante valor sentimental para él (www.currosavoy.com).
Sencillo, noble y buena persona, Curro Savoy, con más de cuarenta discos grabados, con muchos miles de kilómetros de carretera, trenes y aviones sobre sus espaldas, no descansa, parece que está empeñado en “morir con las botas puestas”.
Pocas veces me he atrevido a dar un consejo pero en esta ocasión me salió del alma: “Curro baja el ritmo de trabajo, cuídate y disfruta más de la vida”.