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Pepe Machado ante la sepultura de don Antonio Machado en el cementerio municipal de Collioure (Francia) |
Serrat, en ese gran disco con poemas del poeta, puso letra a la tragedia de Machado:
“Murió el poeta lejos de su hogar,
le cubre el polvo de un país vecino,
al alejarse le oyeron gritar:
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar”.
Hace ya algunos años, en un viaje familiar por carretera camino de Italia, hice intencionadamente una parada en ese pequeño pueblo del sur de Francia, Collioure, junto al Mediterráneo, a 26 kilómetros de la frontera española para visitar el cementerio en el que descansan sus restos.
Quiero recordar a don Antonio con la frase del hispanista Ian Gibson: “Machado no hizo más que llamar a la fraternidad y al diálogo entre españoles, un diálogo tranquilo para el que somos incapaces; esa voluntad de diálogo es el gran mensaje de Machado”.
La gran atracción que tiene para mí, don Antonio, nada tiene que ver que ver con su ideología política, sino con su obra poética, en la que rezuma su inmensa humanidad, su pasión por España y su constante búsqueda de la figura de Jesús. Basta recordar el final de su saeta de los gitanos:
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!
En la fotografía, me encuentro ante la sepultura de don Antonio Machado en el cementerio municipal de Collioure, dónde sigue enterrado a pesar de lo mucho que amaba a España. Tomo las propias palabras del poeta en este homenaje al recuerdo del nacimiento de “un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra”.
Pepe Machado
Hace ya algunos años, en un viaje familiar por carretera camino de Italia, hice intencionadamente una parada en ese pequeño pueblo del sur de Francia, Collioure, junto al Mediterráneo, a 26 kilómetros de la frontera española para visitar el cementerio en el que descansan sus restos.
Quiero recordar a don Antonio con la frase del hispanista Ian Gibson: “Machado no hizo más que llamar a la fraternidad y al diálogo entre españoles, un diálogo tranquilo para el que somos incapaces; esa voluntad de diálogo es el gran mensaje de Machado”.
La gran atracción que tiene para mí, don Antonio, nada tiene que ver que ver con su ideología política, sino con su obra poética, en la que rezuma su inmensa humanidad, su pasión por España y su constante búsqueda de la figura de Jesús. Basta recordar el final de su saeta de los gitanos:
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!
En la fotografía, me encuentro ante la sepultura de don Antonio Machado en el cementerio municipal de Collioure, dónde sigue enterrado a pesar de lo mucho que amaba a España. Tomo las propias palabras del poeta en este homenaje al recuerdo del nacimiento de “un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra”.
Pepe Machado