viernes, 2 de abril de 2021

El recuerdo imborrable de la retransmisión de una procesión con la imagen del Cristo Yacente sobre una ambulancia

Una de las experiencias profesionales que conservo con más cariño es la retransmisión de la procesión del Cristo Yacente en Madrid. Si mi memoria no me falla, fue en 1969, año en el que ingresé en Radio Madrid, emisora central de la Cadena SER, cuando me encomendaron la retransmisión de la procesión de Nuestra Señora de la Soledad y del Desamparo y del Cristo Yacente, una de las más antiguas de Madrid puesto que tiene su origen en el siglo XVIII. Curiosamente es la unión de dos procesiones que posteriormente se transforma en una sola.


   Imagen del Cristo Yacente

La imagen de Nuestra Señora de la Soledad, salía de la iglesia de la Concepción Real de Calatrava para dar lugar al tradicional «encuentro» con el Cristo Yacente –que había salido del real monasterio de la Encarnación– en la Plaza de la Villa, instante que siempre era recibido con una tremenda ovación de aplausos por parte de los fieles, que esperaban ansiosos el momento más emblemático de la procesión. Desde ahí, la procesión se convertía en una sola.

El recorrido de esta procesión incluía un buen tramo de la Gran Vía madrileña. Radio Madrid disponía de tres plantas en el famoso edificio Madrid-París situado en el número 32 de la céntrica avenida que entonces tenía el nombre de José Antonio.

La segunda planta del edificio albergaba, además de varios despachos, un pequeño, teatro-auditorio para los programas “cara al público” y un locutorio y control de sonido desde los que se emitía la programación de la mayor parte del día. Estas últimas instalaciones disponían de unos grandes ventanales que daban a la calle. Así pues, instalaron un micrófono en una de las ventanas desde las que pude ver la procesión y realizar la retransmisión encomendada.

 


Yo no tenía la mínima experiencia en este tipo de retransmisiones. Me asignaron este trabajo porque coincidía con el turno que me habían asignado ese día como ‘locutor de continuidad’ que era como me habían contratado inicialmente en Radio Madrid. A no mucho tardar pasé a colaborar en programas junto a las ‘estrellas’ de la emisora como eran, en aquella época, Mariano de la Banda, Joaquín Prat y Miguel de los Santos, entre otros, todos ellos grandes profesionales que se convertirían en buenos amigos míos, hasta que ya pasé a presentar mis propios programas: Los Superventas, Cita a las Tres, Radio Madrid Madrugada, etc. Antes, había pasado por Los 40 Principales, realizando un turno diario de tres horas el estilo de ‘autocontrol’, es decir, el locutor, el discjockey en este caso, ‘pínchaba’ los discos al mismo tiempo que los presentaba.  El programa lo dirigían entonces Rafael Revert y Tomás Martín Blanco a los que siempre recuerdo con gratitud.

Volviendo a la procesión, yo estaba pertrechado con un pre-guión que me había facilitado nada menos que Basilio Gassent, redactor jefe de los Servicios Informativos, que también fue director de programas de la Cadena SER. En él había una lista exhaustiva con toda clase de datos sobre las imágenes, las cofradías participantes, así como reseñas históricas y otras muchas informaciones que yo podía dar a conocer a los oyentes según fueran pasando ante nuestra Emisora desde el improvisado mirador de la segunda planta de la gran vía madrileña.   

La procesión duró cerca de una hora en la que puse mis cinco sentidos junto a mi inexperiencia en estas lides y el deseo de salir del apuro de la mejor manera posible. Además, pensé que algún directivo podría estar escuchando la retransmisión y por lo tanto, mi futura permanencia en la emisora podría depender del resultado de tan peculiar experiencia.

Pero aún no he contado el leitmotiv que provoca esta anécdota radiofónica.  



Edificio Madrid-París en Gran Vía, 32, dónde estaba y sigue estando  Radio Madrid,  aunque ya no esté su logotipo en la fachada.






La procesión fue discurriendo ante nuestra Emisora, y fui describiendo las imágenes, sus autores, su historia, los penitentes, los cofrades, el ambiente por parte del público asistente, las bandas de música, de cornetas y tambores… en fin, todo lo que yo consideraba que contribuía a poner imagen a través de la palabra de cuanto se estaba desarrollando.

Y llegó el momento en que apareció el Cristo Yacente… sobre ¡una ambulancia! 

Mis datos eran que el Cristo Yacente sería llevado en andas por los cofrades pero nada menos cierto. La bella imagen del Cristo Yacente iba sobre el techo de una ambulancia, un turismo algo más largo que cualquier otro vehículo, como eran entonces las ambulancias. Ni que decir tiene que aquella imagen inesperada me produjo un sobresalto que tardé unos instantes en asimilar. Así pues, me limité a describir la imagen como escultura y algunos otros datos que me habían facilitado. Y creo que salí del apuro porque seguramente recibí inspiración de algún personaje celestial que se percató de mi trance.

En los siguientes días no recibí ni buenas ni malas críticas al respecto por parte de la dirección de la Emisora y eso ya era una buena señal. Bueno sí, los dos compañeros técnicos de sonido que dirigieron la parte técnica de la retransmisión, al verme un tanto apesadumbrado me animaron con una frase ciertamente optimista: ¡prueba superada, Pepe!  


Pepe Machado